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CUAL MÁS, CUAL MENOS, TODA LA LANA ES PELOS (1)

Al ver, lector, el descaro
con que roban todos, (a) hoy
yo dado a Judas estoy
de enojo, en nada reparo.
Y así, pues roban tan claro
los hombres, fuera recelos;
claramente acusarélos,
y tú en tus robos verás
que cual menos, que cual más,
es toda la lana pelos.

Roba el maldito abogado,
que con malicia evidente
dilata del pobre cliente
el negocio que le ha fiado.
Róbalo si lo ha engañado;
róbalo si con malicia
le hace creer tiene justicia;
róbalo un mal alegato;
róbalo un prevaricato,
y róbalo su estulticia.
Roba el indigno escribano
(a pesar del buen deseo
de la ley) al pobre reo
que viene a dar a su mano.
Lo roba y mata tirano
cuando su declaración
acrimina, ¡cruel Nerón!
escribiendo lo que quiere,
y no lo que el reo profiere
como es mandado y razón. (b)
También, evidentemente,
sabe hurtar el relator,
el necio procurador
y el interesable agente.
Cualquiera que negligente
o malicioso dilata
los negocios por la plata,
por aumentar los derechos,
por empeños o por cohechos,
roba, daña, hiere y mata.
El médico que no cura
al pobre, sin acordarse
que al tiempo de examinarse
así lo promete y jura,
que es un ladrón asegura
mi pluma con evidencia;
y también si su dolencia
no atiende como merece;
pues si el enfermo perece,
perece por su indolencia.
Roba el boticario, dando
un quid pro quo sin cuidado;
roba, si al necesitado
niega los remedios, cuando
los pide enfermo, y robando
sigue cuando al mal aplica
droga que hiede o se pica
de vieja; lo que asegura
que de agua, tierra y basura
se compone su botica. (c)
Con la vara y las tijeras,
con la muestra y el librete, (2)
con la mentira y garvete, (3)
y con otras mil frioleras
roban, pero muy deveras (4)
los mercaderes de ropa;
pues si sopla viento en popa
la tontera del marchante,
ahí se baña el comerciante
como en el caldo la sopa. (d)
Con los pesos y balanza,
el balanzón y cuartillos,
los pulperos ladroncillos
roban con harta confianza.
Parece que contradanza
bailan en la pulpería;
¡qué afán tienen! ¡qué alegría
al despachar con viveza!
Pues ahí está la destreza
del robar; ¡quién lo creería!
¿Roba el vinatero? No.
Vaya un cuento de pasada.
Un domingo, entrecerrada
una vinatería vio
un alguacil; avisó
al juez, se hizo cargo al mozo,
y éste dijo con reposo:
Señor, el ministro miente.
—¿Pues no vende usted aguardiente?
—No, señor, agua del pozo.
(e)
Cualquier hombre, si es casado
y en tertulias y bureos,
juegos, bailes y paseos,
malvierte lo que ha ganado.
es un ladrón declarado,
supuesto que no limita
la inclinación que le incita;
debiendo considerar
que lo que va a mal gastar
a su familia lo quita.
También roba la mujer
(especialmente casada)
que trae la casa arruinada
sólo por bien parecer.
Loca es ésta, a mi entender,
pues señas de poco juicio
da la que a tan gran perjuicio
marido e hijos redujo,
por sostener moda y lujo
a costa del desperdicio.
El rico, que indiferente
ve del pobre las miserias,
sin socorrer las lacerias
de su prójimo indigente,
ladrón es, precisamente;
y considerar debiera
que si Dios a aquella esfera
de riquezas lo exaltó,
de ellas al pobre que crió
quiso que le repartiera.
¿Roba el pobre? Sí, señor.
¿Es posible? Y poderoso;
si es vagamundo y vicioso,
eterno ebrio o jugador,
roba; pero no es lo peor
que él así se robe, no;
pues como no se aplicó
por su vicio a trabajar,
mil veces ha de tratar
de hurtar al que trabajó.
Sólo el mísero mendigo
no robará, me parece;
pues sí es ladrón y merece
el más severo castigo;
no es hipérbole que digo,
lector, pues habrás notado
que el que pide demasiado,
ya socorrida su cuita,
lo que más le dan lo quita
a otro más necesitado.
Roba el amo y el cochero,
el artista, el comerciante,
el sabio y el ignorante,
el rico y el sin dinero;
y tantos roban, que infiero,
sin dar enojos ni cocos,
que los más se han vuelto locos,
pues prueban con sus acciones
que los más son los ladrones
y los honrados muy pocos.
Por lo común hablo yo,
no en lo general, y así,
nadie se queje de mí
si no es aquel que robó.
A éste, si es que le pesó
la reprehensión, sufra el taco; (5)
yo a nadie meto ni saco,
como lo tengo advertido;
pero al que venga el vestido
bien hará en ponerse el saco. (6)

autógrafo de José Joaquín Fernández de Lizardi

José Joaquín Fernández de Lizardi


Notas del autor:

(a) Pues, todos los que roban. No se ignora que hay en todas partes muchas personas timoratas y arregladas que nunca roban; pero con éstas no se habla. El padre Murillo Velarde en su catecismo dice: que aunque no todos roban, todo género de gente roba, y el verbo rapio se conjuga por todos modos y tiempos.

(b) Los escribanos arreglados saben que deben poner hh o rr: esto es, lo mismo que el declarante expone, sin variar ni interpretar el sentido de sus razones. ¡Ojalá así lo practicaran todos!

(c) Estas boticas merecían ser conducidas a los arrabales de la ciudad en los carretones de la policía.

(d) Si es falso este aserto, resuélvase este problema. Si a un payo le piden doce pesos por una pieza de bretaña que vale nueve, y él los da sin regatear, ¿le volverán los tres del exceso?

(e) Especialmente en los barrios hay de esto bastante.


Notas del editor UNAM-IIF:

(1) Publicado con licencia de la Censura para el mes de marzo de 1812, en la oficina de Ontiveros. Año de 1812. Pliego suelto; 8 pp. en 8° (NM, p. 110).

(2) librete. Cf. Lerdo de Tejada, Miguel: El comercio exterior de México desde la Conquista hasta hoy (México, Rafael, 1853); Cuadro de Importaciones en 1807: entre las «manufacturas de algodón» figura: «2,253 piezas [de] zarazas en libretes». Verosímilmente, la tela era plegada en la fábrica de tal manera que la pieza se asemejaba a la forma de un libro; de ahí el llamarla librete.

(3) qarvete. Quizá sea garbete, diminutivo de garbo.

(4) deveras. De veras: de verdad. Mas a lo popular se dice a veces de a de veras. Santamaría, Dic. mej.

(5) sufra el taco. Equivale a «que se aguante».

(6) ponerse el saco. Se deriva de la expresión Al que le venga el saco, que se lo ponga: Se agrega cuando se dice una indirecta, o una ironía hiriente, con respecto a la persona a quien pueda aludirse con ellas. Santamaría, Dic. mej.


UNAM Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas
El Pensador Mexicano - Poesía de José Joaquín Fernández de Lizardi


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