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DIÁLOGOS CRÍTICOS SOBRE DIFERENTES ASUNTOS

SEGUNDO DIÁLOGO CRÍTICO. (1)

EL CURRUTACO Y EL SASTRE.

CURRUTACO: Ello es que ha de alcanzar precisamente
con vara y tercia para la casaca.
SASTRE: No puede ser, Señor, ya se lo he dicho:
quédese usted con Dios; busque quien la haga.
CURRUTACO: Vamos; no se incomode, Señor Maestro,
siéntese usted que traigan dulce y agua.
SASTRE: Buen provecho haga a usted, yo lo agradezco;
pero me voy, porque hago falta en casa.
CURRUTACO: ¿Cómo me voy? ¿qué no se determina
a cortar desde luego la casaca?
SASTRE: ¿Ya no le he dicho a usted cuarenta veces
que es muy escaso el paño y que no alcanza?
CURRUTACO: ¿Cómo no ha de alcanzar, si con lo mismo
le salió al hijo de Doña Lugarda?
SASTRE: Porque ése es un muchacho de siete años,
si así la quiere usted voy a cortarla...
un javoncito... (2)
CURRUTACO: Aguarde...
SASTRE: En el momento
le dejo a usted cortada su casaca.
CURRUTACO: Me echa a perder el paño, a 15 duros
con cuatro reales me costó la vara
y si mete tijera...
SASTRE: ¿Qué con eso?
iremos con el pleito a Sancho Panza.
CURRUTACO: Vamos: ¿pues qué en efecto no se puede
cortar a mi medida la casaca?
SASTRE: Como usted quiere, no, ya se lo he dicho,
¿no entiende usted la lengua castellana?
CURRUTACO: Pues allí está la habilidad del sastre,
en el saber trazar.
SASTRE: ¿Y tengo traza,
Señor, de hacer milagros?
CURRUTACO: Bueno, bueno;
¿pero si usted la hiciera no era gracia?
SASTRE: Y como qué sería; pero esa prenda,
según he oído decir es gratis data.
CURRUTACO: ¿Cuál?
SASTRE: La de hacer milagros, y si fuera
compratis por dinero, la comprara.
CURRUTACO: Si usted se empeña maestro, yo no dudo,
según su habilidad, que ha de trazarla.
SASTRE: No digo que me empeñe, aunque me venda,
con vara y tercia no ha de haber casaca.
¿Cómo la quiere usted?
CURRUTACO: ¿Ya no le dije?
que no llegue a la punta de la nalga.
SASTRE: ¡Qué chula ha de salir!
CURRUTACO: Como han salido,
¿no las ha visto usted qué bien cortadas?
SASTRE: Y cómo, que las cortan cada rato
aún después de estrenadas, ¡cosa rara!
y no es lo peor, sin que hasta los dueños
de encuentro llevan mil tijeretadas.
CURRUTACO: ¿Cómo así maestro?
SASTRE: Vaya; ¿no me explico?
las murmuran Señor.
CURRUTACO: ¡Habrá perrada!
qué pícaro será, si a mano viene
será algún barbaján, de éstos que tratan
sólo con animales, y con gentes
sin civilización, cultura y crianza.
SASTRE: ¿Pues qué la pulidez y la finura
consisten sólo en imitar monadas?
yo conozco bastantes caballeros
finos hasta no más, como una plata,
estoy cansado de cortarles ropa,
y usan muy serias todas sus casacas.
CURRUTACO: Ahora he cogido a usted ¿con que lo serio
está sólo en que lleguen a las tabas?
entonces los Zorrillos son más serios,
pues ve usted que la cola les arrastra.
La finura consiste, Señor Maestro,
en ir con la corriente.
SASTRE: Usted se engaña;
a que ese es un sentir escandaloso,
apostara los ojos de la cara:
el número de necios infinito
todos sabemos que es...
CURRUTACO: ¿Y de hay (3) qué saca?
SASTRE: Que siendo éste quien hace la corriente
que seguir debe el que profesa crianza
según usted es cosa bien sabida
que imitar sus ideas estrafalarias,
sus vicios, sus caprichos y sus modas
sean las que fueren, aun las más nefandas
es constituirse el hombre cortesano;
y así es un silvestrón, un para nada
el modesto, el atento, el contenido
en sus modas, acciones y palabras:
cuando por el contrario es hombre fino
de bello estilo e imponderable gracia
el necio, el charlatán, el embustero,
el que chulea en la calle a las muchachas,
el que se hace por siempre en las visitas,
el que pide prestado y nunca paga,
el que bebe de coca hasta veneno,
el que para jugar vende la capa,
en fin el holgazán y vagabundo
que en sabiendo decir dos bufonadas
tocar el bandolón, cantar boleras,
y teniendo un ridículo, o casaca
ridícula también, se creen Señores
con unas facultades las más amplias
para hacer las llanezas susodichas,
y otras que sólo son para calladas.
CURRUTACO: ¡Jesús! qué Censorino tan cansado
es usted Señor maestro, ¡qué retahíla
nos ha encajado aquí de desatinos!
y que sofismas tan desesperados (4)
yo creo que el silogismo que usted ponga
siempre ha de ser en Bárbara sin falta:
vea usted qué pito toca lo que ha dicho
con venir a cortar una casaca,
¿ni cómo quiere usted que se haga creíble
una proposición tan temeraria
de que los que se visten de la moda
tienen una conducta des[a]rreglada.
SASTRE: Aguarde usted, no he dicho tal blasfemia,
que eso fuera tocar la generala,
hay muchos en efecto que se visten
de moda; pero sólo por monada,
y son por otra parte muy atentos
tienen finura, urbanidad y crianza;
otros hay que se visten a la moda,
(pues, a la moda digo, estrafalaria
tal como la trasquila en las mujeres,
esas semi-casacas verbi gratia,
esos ridiculísimos capotes,
esos medios zapatos ó sandalias...
el paréntesis cierro): otros repito,
se visten a la moda no por gala,
sí, porque lo permite su miseria
y es fuerza que se pongan lo que alcanzan;
no hablo con éstos; con aquellos
nombrados curros de la vida airada
ociosos de nación y fantasmones,
que por lo regular andan sin blanca; (5)
y aunque llenos de vicios, blasonando
de sangre más azul, que colorada,
de más valor que Alcides, (6) de más ciencia
que el uno, y otro Séneca de España,
sin haber estudiado en otros libros,
sin haber asistido en más campañas
que en los estrados... de... (callarlo importa)
en los Cafés, Billares y Barajas,
con éstos hablo amigo, y como de éstos
el número es inmenso se adelanta,
el corazón que se halle susceptible
a seguir la corriente, es cosa clara
que imitará no sólo los vestidos;
sino hasta las costumbres...
CURRUTACO: Basta, basta:
¡qué crítica tan necia! ¡qué ilaciones
burdas, extravagantes, impías, falsas!
¿cómo es posible creer que en esta Corte
halla tanto bribón como usted trata
a persuadirme que hay? ¿ni cómo es dable
que a cuenta sólo de una tosca estafa
mantengan tanto vicio, y un vestido
decente, por el cual bien se declara
que ha de ser por igual decente el porte
de su familia, cama, mesa, y casa?
SASTRE: Pobrecito de usted ¡cuánta experiencia
veo que de mundo, y México le falta!
se admira usted del número y del modo,
con que estos truhanes hacen sus estafas?
Pregúntelo a los tahúres y fulleros,
pregúntelo a los dueños de las casas,
pregunte en los cajones y billares,
pregúntelo en las fondas, y por gracia
pregúntelo a las viejas con dinero,
que por hacer de las enamoradas
mantienen a mil de éstos, hasta tanto
dan al traste con todo...
CURRUTACO: Ya me cansa,
Señor maestro, por Dios, vamos tratando
de cortar a mi modo la casaca,
y dejemos al próximo, ¿qué importa
a usted ni a mí los vicios, las estafas?
¿que sean muchos ni pocos currutacos?
¿que tengan proporción? o estén sin blanca,
¿ni nada de esto? lo que importa sólo
es que me saque buena la casaca.
SASTRE: Con vara y tercia, caballero mío,
amo tatita, no saldrá, nequaquam,
vaya en tres lenguas por si aun no lo entiende:
¿qué importa que las mangas sean más largas
que las faldas, si en ellas se consume, (consume
dije, por no decir se gasta)
mucho paño en las vueltas?
CURRUTACO: Si no tengo
más paño maestro, ¿qué quiere usted que haga?
SASTRE: ¡Válgate Dios por curros! ¿no lo digo?
¿tan preciso es que tenga usted casaca?
CURRUTACO: ¡Cómo! ¿pues mi destino?
SASTRE: Yo lo ignoro.
CURRUTACO: Soy empleado en Palacio.
SASTRE: ¡Haiga la gracia! ¿y en qué Señor?
CURRUTACO: Soy escribiente.
SASTRE: ¡Brabo! (7)
Es un empleo terrible, la casaca
es de razón de estado, no hay remedio,
sin la casaca no se da plumada,
si usted fuera oficial o secretario
se llegara al bufete hasta con capa;
pero escribiente en pelo ¿cómo es dable?
un Señor escribiente, ¡ay que no es nada!
En fin a Dios, me voy por no arruinarme,
me voy también porque el papel no alcanza
no porque falte paño en que cortara
ridiculeces mil, sino casacas...
CURRUTACO: Es usted un atrevido finalmente,
¡váyase pues, muy mucho en hora mala!

autógrafo de José Joaquín Fernández de Lizardi

José Joaquín Fernández de Lizardi


Notas del editor UNAM-IIF:

(1) Texto localizado por Nancy Vogeley. Ausente de las bibliografías.

(2) Vogeley pone entre paréntesis juboncitos; en realidad es el gis que usan los sastres.

(3) hay por ahí.

(4) Bien sabe el autor que el sofisma, tío, es neutro; pero la fuerza del asonante suplirá la mala concordancia.

(5) blanca. Dinero (que era de plata).

(6) Sobrenombre de Heracles y descendiente.

(7) brabo por bravo.


UNAM Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas
El Pensador Mexicano - Poesía de José Joaquín Fernández de Lizardi


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