EPITALAMIO (1)
Dulce adorada Pepa,
tierna y divina niña,
ídolo de Narcisos
y de Venus envidia.
Gózate placentera
en este feliz día,
y himeneos celebren
las dríades y las ninfas.
Cántente epitalamios
con voces muy festivas,
y el cupidillo tierno
festéjete con risa.
Goza sí de tu amado;
recibe en sus caricias
el premio de tu amor
y tus gracias divinas.
El tiempo cruel e ingrato
al ver tu cara linda
suspende su carrera,
y quedándote niña,
hermosa y juguetona,
tal edad te prescriba;
que no llegues a vieja
aunque otros te lo digan;
y si hubiera algún labio
o lengua fementida
que tal dijere, sea
para siempre maldita;
y tú en pos de tu honor
ocurre a tu Lebrija,
para a los que atenten
contra ti, bella niña,
les prepare prisiones,
horcas y guillotinas,
pues es muy alto crimen
decirle viejecita
a una joven tan tierna
como tú, mi Pepita.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) En Satisfacción de El Pensador a la niña doña Josefa González. Junio 17 de 1823. Imprenta de Ontiveros. 1 p. en 4° —Carlos María Bustamante lo recogió en su Diario Histórico de México, t. I (Zacatecas, 1896), pp. 441-442. Entre las noticias correspondientes al viernes 20 de junio de 1823, da la siguiente, que corresponde al Epitalamio: «No ha causado menos risa el impreso que contra el licenciado Lebrija, juez de letras, ha publicado El Pensador Mexicano, preso en el día en el hospital de San Andrés, por haberle dicho vieja a doña Josefa González, de lo que se desdice solemnemente este escritor, confesando que es señora de cincuenta y nueve años largos, y dedicándole un Epitalamio para cuando celebre sus segundas bodas. Este papelote, impreso con gruesos caracteres, se halla en todas las esquinas de México».