BUENO ES HACERSE EL TUPÉ, PERO NO PELARSE TANTO (1)
EPIGRAMA
¿Doran la píldora? Sí.
¿Y será porque no amargue?
No ¿Pues por qué? Porque así
con menos asco se pase.
Por eso mi alegre musa
al escribir las verdades,
suele (porque son amargas)
dorarlas con los refranes.
LETRILLA
Oyes tú, flaca, exprimida,
pescuezo largo, espichada, (2)
¿Por qué hoy que estás trasquilada
te ostentas tan presumida?
Esta moda es aplaudida
por tal cual y no me espanto,
cada uno adora su santo;
mas por lo que yo me sé,
es bueno hacerse el tupé,
pero no pelarse tanto.
Cosa para dar a Judas
son los cuernos de mechones;
no sólo hay hombres cabrones,
también mujeres cornudas;
a estas curras, que desnudas
casi van al templo santo
(por no causarles quebranto),
les dijera en buena fe:
Aliñarse no es malo, eh,
pero no pelarse tanto.
No le habla hoy a pobre alguna
doña Inés... ¿Sabe usted cuál?
Aquella que en el Portal
halló tal vez su fortuna.
Su estado olvida y su cuna
por el coche y por el manto;
yo, al verla en tal adelanto,
le diría: bueno es, fregona
el ostentar la persona,
pero no pelarse tanto.
A título de señores,
de curros y caballeros
hay mil jóvenes groseros,
disolutos, habladores,
gorrones, estafadores,
sabiondos de cal y canto,
soberbios... En fin, si cuanto
hacen es civilidad,
buena es la marcialidad,
pero no pelarse tanto.
¿Qué es ver a uno de levita
ridículo, o pantalón,
encajarse de rondón
en el baile o la visita,
sin convite, y si es bonita
la niña, empieza el encanto,
los fingimientos, el llanto,
los billetes y llanezas?
Buenas serán las ternezas, (a)
pero no pelarse tanto.
Hay también muchas doncellas
(no lo juro, ellas lo cuentan;
mas por lo que representan,
no es muy fácil conocellas),
que retozonas y bellas
son de los hombres encanto
con la parla, con el canto
y otras cosas diferentes.
No es muy malo ser corrientes,
pero no pelarse tanto.
Con más faltas que pelota
niñas en el baile veo
entre el chiste y manoseo,
los pellizcos y chacotas;
la recatada es marota; (3)
la liviana causa espanto,
¡cuánto reato tiene, cuánto!
y más si sabe saltar.
Bueno es por gusto bailar,
pero no pelarse tanto.
Mi musa a los vicios tira,
a las personas no toca;
si tampoco esto agradare,
¿qué hemos de hacer?
Punto en boca.
Dícenme que hay abogados...;
lo he de decir..., no me tengan,
que aunque en estrados no arengan,
enamoran en estrados;
para esto son licenciados
y letradas sus mujeres,
que en sus buenos pareceres
sin estudios adquiridos,
ayudan a sus maridos
en la parte que les toca.
Punto en boca.
Dícenme que hay matasanos,
y no serán los doctores
(que aun siéndolo estos señores,
Dios me libre de sus manos).
Dicen que son muy humanos
y de tan buen natural,
que en entrando a un hospital
lo vuelven en camposanto.
¿En qué horca homicidio tanto
pagará gente tan loca?
Punto en boca.
Dicen que hay ciertos fulleros
que se llaman escribanos,
que con la pluma en las manos
se vuelven titiriteros, (4)
hacen de lobos, corderos
y de palomas, demonios;
alzan y dan testimonios,
muchos falsos; ya se ve
que como dan tanta fe,
en ellos hay ya muy poca.
Punto en boca.
Dicen que disimulados
ladrones hay comerciantes;
yo no lo he de creer; porque antes
los miro muy ajustados;
si hacen caudales sobrados
dentro de muy pocos días,
no será con felonías,
mohatras ni usuras caseras;
¿qué la vara y las tijeras
encierran destreza poca?
Punto en boca.
Es opinión muy valida
que hay sastres en el lugar
que miden para cortar
y que roban sin medida.
La arte sutoria (5) extendida
tiene algo de liberal;
no la aguja, ni el dedal;
¿pues qué será? ¿No lo ve?
medir uno y cortar tres
o cuatro, según les toca.
Punto en boca.
Yo creía que de continuo
bautizaba el cura solo;
pero sin que diga volo (6)
bautizan otros al vino,
ni la falta de padrino
estorba que se les eche
agua al pulque y a la leche;
mas bajo la condición
que los que así lo hacen son
ladrones, y la horca es poca...
Punto en boca.
Hay hombres tan aturdidos
que se casan sin oficio,
y éstos son, sin ejercicio,
sólo ad honorem maridos;
por fin están mantenidos;
si acaso ellas son bonitas,
jamás les faltan visitas,
tertulias ni diversiones;
si no hubiera cangilones (7)
no era esta fortuna poca.
Punto en boca.
Hay, en fin, mil mentecatos
flojos, pícaros, malditos,
que aturden la casa a gritos,
y les dan fatales ratos
a su mujer, no zapatos,
no chocolate, no pan;
celos no más, celos dan,
en esto su honor estriba;
¡que haya pluma que esto escriba!
Basta, que a rabia provoca.
Punto en boca.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del autor:
(a) Las que se dirijan a buen fin; si no, jamás serán buenas.
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) El permiso de la Censura para su publicación por Francisco Quintero es del mes de diciembre de 1811. Pliego suelto; 8 pp. en 8° S. 1. ni f. de i. Es uno de los poemas mencionados por E. L. B. en su defensa a Lizardi. (Cf. D. de M., t. XV, núm. 2266, lunes 6 de diciembre de 1811, p. 678).
(2) espichada. De espicharse: enflaquecerse; estar semejante a un espiche. Santamaría, Dic. mej.
(3) marota. Apodo con que se critica a las mujeres que tienen maneras y acciones propias de los hombres. Santamaría, Dic. mej.
(4) titireteros. Barbarismo por titiriteros.
(5) Arte sutoria es la de hacer zapatos; probablemente quiso decir sartoria, de sastre.
(6) volo por bolo. Del latín volo (quiero). Regalo que el padrino debe hacer a la chiquillería y aun a los grandes que asisten al bautizo. Santamaría, Dic. mej.
(7) La palabra cangilones suscitó la reprobación de Lacunza contra Fernández de Lizardi y mereció que lo calificase de «oscurísimo coplista», ya que no había encontrado el término en su «diccionario castellano». (Cf. D. de M., t. XV, núm. 2272, 20 de diciembre de 1811, pp. 698-699.) En Quien llama al toro sufra la cornada, Lizardi le aclara el significado: «¿Conque en su diccionario de usted, después de haber andado a las vueltas sobre la palabra cangilones, sólo halló que era yo el poeta que puso Quevedo en las zahúrdas de Plutón? ¡Qué mezquino y qué grosero es su diccionario de usted! El que yo he visto, que es el de la Academia Española, dice que cangilones son unos vasos para medir vino y otros licores; ¿y usted ha visto de qué son fuera de México las medidas del pulque y vino mezcal? Pues son de cuerno, tatita, y por eso aquí se les dice cangilones a los cuernos: bien que no todo cuerno es cangilón; aunque los más cangilones sean de cuerno; pero con ese argumento al público, todos, todos, todos saben qué quiere decir cangilones en mi versito, menos usted. Esto es defecto suyo, no mío; dígale usted al hombre que se le antoje: ¿quiere usted que una mujer le ponga cangilones? a ver qué le responde» (pp. 5-6).