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AQUÍ NO FALTAN PASTORES QUE BAILARON EN BELÉN (1)

Ven, Bato, verás también
en esta corte primores,
que aquí no faltan pastores
que bailaron en Belén.

Mil necios enamorados
están con la boca abierta,
o ya del balcón colgados,
o parados en la puerta,
o sobornando a los criados
que fingen porque les den
mil mentirosos favores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Viejos hay aquí, a montones,
muy tiesos y muy pintados,
y con pesos o doblones;
cuando hacen de enamorados
compran falsos corazones,
pues las muchachas que ven
la plata, fingen amores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Hay mil pobres lisonjeros,
o llámalos paniaguados,
que por no ser pordioseros
hacen oficio de criados,
de truhanes y chocarreros;
y siempre dicen amén
a cuanto hablan sus señores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Hay mil necios pretendientes
que están con tan larga baba
sacando a todos los dientes,
y como gallos en traba
están con los pies pendientes,
siendo su cuerpo un vaivén
cuando hablan a los señores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Hay muchas mujeres bellas
(no te diré cuáles son,
porque puedes conocellas),
pero es tal su presunción,
que son a fuerza doncellas;
esperan, y esperan bien,
ser de título señoras.
¿Ves? Pues éstas son pastoras
que bailaron en Belén.


También hay mil viejecitas,
que se adornan con esmero
cuando van a las visitas,
y como tengan dinero
y tú les digas bonitas,
espera que te lo den
y celen a todas horas.
¿Ves? Pues éstas son pastoras
que bailaron en Belén.


Muchachas no faltarán
feicitas, (2) pero con dote,
que por él se casarán
con ellas, y al estricote
los novios las tratarán,
teniendo otras de retén
a costa de estas señoras.
¿Ves? Pues éstas son pastoras
que bailaron en Belén.


Por fiar sin conocimiento
a cualesquier botarate (3)
muchos buenos..., y lo siento,
se han quedado en un petate,
y aún no toman escarmiento
otros; cada día se ven
descubiertos por fiadores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Del falso amigo destilan
miel los labios venenosos;
cuanto pueden despabilan
a los incautos babosos,
hasta que los aniquilan;
después los pobres se ven
sin blanca ni aduladores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.


Para meterse a jugar
entre muchos en el día,
es menester estudiar
despacio la fullería,
pues si es lícito robar,
por ser simples, hoy se ven
perdidos mil jugadores.
¿Ves? Pues éstos son pastores
que bailaron en Belén.

autógrafo de José Joaquín Fernández de Lizardi

José Joaquín Fernández de Lizardi


Notas del editor UNAM-IIF:

(1) La censura es de diciembre de 1811. Impreso por don Francisco Quintero. Pliego suelto; 8 pp. en 8° S. 1. ni f. de i. Concluye en la p. 4; a partir de la p. 5 continúa otro poema intitulado Los dos coches. Reimpreso en RE, pp. 54-62, conservando la misma disposición.

(2) feicitas. Barbarismo por feítas.

(3) cualesquier botarate. Cf. nota c de Quejas de algunas mujeres en el tribunal de Apolo.


UNAM Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas
El Pensador Mexicano - Poesía de José Joaquín Fernández de Lizardi


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