¿PERO A MÍ QUÉ SE ME DA? MALDITA DE DIOS LA COSA (1)
Estribillo glosado de don José Cadalso
VEJESTORIA
Hallóse un señor Pollino
la piel de un gallardo León;
fue el hallazgo peregrino;
vistiósela el socarrón
y salió guapo al camino.
Otros burros lo encontraron,
y al ver el leonil denuedo,
¡pobres! muertos se quedaron;
querían correr, mas de miedo
(como dicen) se estacaron.
Así estaban y al jumento
se le antojó rebuznar:
conocido el fingimiento,
se burlaban a la par
del disfraz... Aplica el cuento.
LETRILLA
Yo conozco a una casada,
y es un pobre su marido,
muy prudente muy sufrido;
y ella está muy bien tratada
de todos: es extremada,
bonita, alegre, jocosa,
de gran liberalidá;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
También conozco a un señor
que parece caballero,
sin oficio de soltero,
de casado cargador,
y no le está de lo peor
la cornamenta preciosa;
de ello el pueblo se reirá;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Yo veo por extraños modos
dañar a la descendencia;
padre hay de tal imprudencia,
que aunque tenga mil apodos
el novio, si es de los godos
su sangre, aunque sea bubosa,
con su hija lo casará;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
¿Qué conque sea el matrimonio
contrato de voluntades,
si hoy lo hace de calidades
y de interés el demonio?
Juana casó con Antonio
por la plata; ella es hermosa;
si él empobrece, ¿qué hará?
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Que nos cuadre o no nos cuadre,
hay mil muchachos malcriados:
¿tendrá la culpa su padre?
No, que hay muchos ajustados;
¿pues quién la tendrá? la madre
tal vez, porque melindrosa
su castigo impedirá;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Que bajo la barba cana
viva honrada la mujer,
me lo contaba mi nana;
yo digo que puede ser;
mas si es la mujer liviana,
andará la honra achacosa
y el viejo encornecerá;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Que a Mencia, que era una pobre,
después que sirve a un soltero
veamos que todo le sobre
y gaste mucho dinero
sin que su salario cobre,
no es mudanza prodigiosa;
lo que es, bien se pensará;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Con un tono lastimero
muchos, muchos, por desgracia,
devoran del compañero
la honra; dicen, verbi gratia:
Fulana es bonita, pero
no es doncella, ¡y tan preciosa!
¡Pobre honor! ¿cómo te irá?
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
Bien que no soy de los duchos
en escribir, lo confieso;
mas hablo verdad, y muchos,
que roer no pueden el hueso,
motejan mis papeluchos:
criticarlos tal vez osa
el que ni leerlos sabrá;
¿pero a mí qué se me da?
maldita de Dios la cosa.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) La censura es de diciembre de 1811. Impreso por Francisco Quintero. Pliego suelto; 8 pp. en 8° S. 1. ni f. de i. (NM, pp. 106-107). El poema que manejamos consta de sólo 4 pp.; ignoramos si está completo o si el dato de González Obregón está equivocado.