BUSQUE USTED QUIÉN CARGUE EL SACO QUE YO NO HE DE SER EL LOCO (1)
PILDORILLA
Cultilatiniparlos,
digerid ésta:
no quiero me celebren,
sino me entiendan;
sigan refranes,
pues son los arcaduces
de las verdades.
LETRILLA
Desde muchacho oí decir
un versito bien sabido,
y me ha venido a servir
ahora después de crecido.
Vaya, lo he de repetir:
Mi vidita, poco a poco
me va usted poniendo flaco:
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Quíseme casar, por ver
que otros se estaban casando;
¿qué hago? busco la mujer,
y me la voy encontrando
noble y de buen parecer.
Díjome la vida mía,
¿si mantenerla podía
criada y casa con balcón?
Yo, que soy un pobretón
y no uso tanta grandeza,
la dije: Dios mi cabeza
libre de adorno tan coco;
mi alma, no soy currutaco;
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Si los hombres casaran
con sus iguales,
hubiera matrimonios
más apreciables.
Casad parejos,
y os libraréis, sin duda,
de muchos cuernos.
Despedido de esta dama
a una pobre enamoré
(que ni sé cómo se llama);
lo que sabía hacer no sé;
todo el día estaba en la cama;
mucho la quería su padre;
la idolatraba la madre;
en efecto, era bonita;
pero no era mujercita.
Yo, aunque entonces era niño,
nauseé tanto desaliño;
retiréme poco a poco,
diciéndole mocarraco: (2)
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Si a sus hijas las madres
las enseñaran
a ser mujeres, juzgo
las bien casaran;
mas por bonitas,
tan puercas las consienten
que hasta fastidian.
Dejé a ésta, y enamoré
a otra que cosía y labraba;
muy devota, ya se ve,
porque todo el día se estaba
en la iglesia; y la dejé
muy breve, porque advertí
que no cuidaría de mí,
pues su falsa devoción
quitaría a su obligación
el cuidado que debía
tener, la casa andaría
sin gobierno: la hice el coco,
y la dije con gran taco: (3)
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Mucho más que en la iglesia,
hace más falta
la madre de familia
dentro su casa.
Dios es servido
cumpliendo cada cual
en su destino.
Me enfadó ésta, y por antojo
enamoré a una soltera;
eso sí, yo abrí tanto ojo,
porque bien sabía lo que era;
pero presto me dio enojo,
que quien malas mañas ha,
tarde, diz, las perderá.
No había forma la coqueta
de estar en la casa quieta,
y cuando por dicha estaba,
jamás sola yo la hallaba:
enfadóme su descoco,
y la dije al ver su flaco:
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Ya no es lo peor que dejen
de ser doncellas
muchas, sino la maña
que se les queda.
Pues hay solteras
que si no se soltaran,
se recogieran.
Luego que a ésta abandoné,
me aficioné a una viuda;
si me quiso no lo sé;
mas lo que no admite duda
es que yo no me casé,
porque me dijo: le advierto
que a mi me adoraba el muerto;
y en tono no interrumpido,
¡alma mía de mi marido!
cada instante repetía;
difuntazos todo el día
no me han de agradar tampoco;
me asusto al oír a macaco:
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Malo será el marido,
vivo, si es malo;
y si es bueno, ¿a qué vienen
los difuntazos?
Son imprudencias,
de uno que de otro modo,
tantas exequias.
Viendo yo cuán estragada
era siempre mi elección,
fui a hacer una borrumbada:
puso el diablo la ocasión,
y enamoré una casada.
Nunca la hubiera querido,
pues un día que su marido
con ella a solas me halló
tal sacudida me dio,
que por chiripa escapé
con la vida, y la mandé
decir con susto no poco:
estoy que no valgo tlaco;
busque usted quién cargue el saco
que yo no he de ser el loco.
Enamorar casadas
es gran delito;
y estos gustos se compran
con mil subsidios.
Se arriesga el cuero (4)
si el marido es honrado;
si no, el dinero.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) Corresponde a los años de 1811 o 1812, según González Obregón (NM, p. 107). Pliego suelto; 8 pp. en 8º S. 1. ni f. de i. RE, pp. 79-85.
(2) mocarraco. De mocarro, mocoso, Lizardi hace el aumentativo despectivo.
(3) con gran taco. Darse un taco, o pisto, o paquete. Por darse importancia, o valor ficticio, presumir, ostentar, pavonearse, alardear, o cosa por el estilo. Santamaría, Dic. mej.
(4) cuero. Arriesgar o exponer el cuero: arriesgar la vida. Santamaría, Dic. mej.