LAS BOLERAS (1) DE LAS MONJAS (2)
De las monjas les digo,
por que las lean
muchas a quienes pienso
les interesa,
que si no monjas,
deben, siendo cristianas,
ser religiosas. (3)
A LAS DONCELLAS
La doncella que aspire
a bien casarse,
que aprenda estas boleras
y que las cante,
pues son mejores,
en lo nada nocivas,
que muchos sones.
Debe, antes de casarse,
mirar despacio
si es su genio conforme
con el estado,
pues se profesa
sin algún noviciado
orden estrecha.
Debe ver si es amable,
si es hacendosa,
ecónoma, prudente,
dócil, juiciosa.
La que estas prendas
no tenga, le aconsejo
se esté doncella.
No debe consultarse
el apetito,
sino al carácter de ella
y al del marido.
Con gustos brinda
este estado, y a veces
se gusta acíbar.
La alegre no se case
con el adusto,
pues cuando más lo espere
no hallará gusto.
Hipocondríacos
para muchachas vivas
son muy pesados.
No se casen las zonzas
con los violentos,
que nunca se une bien
el vivo al muerto,
ni el fuego activo
se llegará de gracia
al yelo (4) frío.
Es galán cualquier hombre
de pretendiente,
y después de marido
mudarse suele:
por eso es bueno
su amor examinarle,
constancia y genio.
Casamientos por medio
de confesores,
por gusto de los padres
o por las dotes...
pueden ser buenos;
ni todos los repugno
ni los celebro. (a)
Jamás, niña, te cases
por el dinero;
pues faltando la causa
cesa el efecto.
¡Pobre marido,
si el pábulo se extingue
de tu cariño!
No busques linajudos;
menos plebeyos:
aquéllos son altivos;
éstos, soberbios.
Huye de un tonto
así como pudieras
de un bravo toro.
Si es jugador el novio,
veráste ayuna
muchos días, y otros tantos
casi desnuda.
Mas si es borracho,
sobre hambre y desnudez,
lloverán palos.
No te cases con mozos;
menos con canas:
aquéllos son variables;
éstas, pesadas.
De los extremos
huye, que la virtud
está en el medio.
Cuando en el matrimonio
no haya ventajas,
entonces habrá menos
malas casadas,
pues cada oveja
siempre se lleva bien
con su pareja.
A LAS CASADAS
Pero si te has casado,
niña, te ruego
que tengas de memoria
estos consejos.
Ellos son pocos,
mas sin embargo son
muy provechosos.
Nunca con tu marido
disputar quieras,
que las porfías producen
muchas pendencias.
Si él es discreto,
cederá; mas si no,
sobrarán pleitos.
Si tu marido tiene
alguna falta,
tú debes con prudencia
disimularla.
Mas corregirlo
procura con dulzura
y con cariño.
Si es tu marido pobre,
querer no debes
más de lo que su afán
darte pudiere.
Pero si es rico,
modera todo lujo
y desperdicio.
Muchas hay en la corte,
cuyos maridos
por modas, coche y bailes
están perdidos.
Los ojos te abra
el consejo, y no arrastres,
viuda, la chancla.
Si tienes hijos,
nunca tú los defiendas
si el padre los castiga,
ni los consientas.
Ten por sentado
que es el mejor amor
bien educarlos.
Si siempre con la suya
se sale el niño,
cuando joven es fuerza
haga lo mismo.
Si al árbol tierno
no lo enderezas, ¿cuándo
podrás hacerlo?
Si tu hija grandecita
sólo te observa
paseadora, indevota,
modista, inquieta...,
con tal ejemplo,
dime: ¿no debe andar
como el cangrejo?
Jamás a tu marido
le pidas celos
si no te da motivo;
si lo da, menos.
Porque los celos,
justos o injustos, hacen
de casa infierno.
Nunca motivo encuentre
para celarte;
la más leve sospecha
él en ti no halle,
ni nunca quieras
dominar sobre aquel
que es tu cabeza.
No su secreto indagues
si no lo dice;
y una vez que lo sepas,
no lo publiques.
Que de un secreto
la confianza se paga
con el silencio.
Con tus sirvientes madre
sé, no tirana;
que si hoy te sirven, puedes
servir mañana.
Siempre como a hijos
ríñelos, sin dicterios,
golpes ni gritos.
Si muere tu marido,
jamás olvides
el amparo y favores
que le debiste.
Sean tus sufragios
de tu fiel gratitud
seguros datos.
A LAS VIUDAS
Una vez que ya viuda
te considero,
te daré, aunque de paso,
unos consejos.
O no te cases,
o no hables del difunto
si te casares.
Si es tu nuevo marido
mejor que el muerto,
a Dios dale las gracias
y a él tus obsequios.
Si no lo fuere,
hazlo tú menos malo
con complacerle.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del autor:
(a) El matrimonio es el contrato de las voluntades del hombre y de la mujer; y si éstos no se conocen el genio el uno al otro ni se han tratado, ¿qué amor se pueden tener? No basta el parecer del padre o confesor si falta la unión libre de uno de los contrayentes. El casamiento hecho por estos respetos siempre tendrá funestas consecuencias.
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) boleras. No se haya esta voz en el Diccionario; pero aquí fue bien conocida y se leía con frecuencia en los carteles de teatro cuando se usaban estos bailes. También ilusiones, opiniones infundadas, palabras engañosas: esas son boleras. Comúnmente se dice en ese caso boleras manchegas, que equivalen a música celestial.
(2) S. 1. ni f. de i. Pliego suelto; 8 pp. en 8°. La licencia de impresión fue concedida a doña María Fernández de Jáuregui por la Censura en enero de 1812. En la versión de RE (pp.92-100), Fernández de Lizardi cambió el título original por el de Boleras morales para doncellas, casadas y viudas, tal vez debido al incidente descrito en la nota 1
(3) Esta introducción fue suprimida en RE.
(4) yelo. Vulgarismo por hielo; cf. Santamaría, Dic. mej.