MÉXICO POR DENTRO, O SEA GUÍA DE FORASTEROS (1)
Si vas, Fabio, a la ciudad
(supuesto que eres tan payo),
mis tales cuales avisos
no te parecerán vanos.
Luego que a México llegues,
has de preguntar por varios
con quienes debes tratar,
pues no podrás excusarlo.
Las calles en donde viven
te diré, pero asentado
ten, que si lees con malicia,
yo con mi nota me salvo, (a)
pues jamás mojé la pluma
en la tinta del agravio,
ni a particular persona
dirijo mis despilfarros.
Esto supuesto, si buscas
mujeres, que no es extraño,
en la calle de las Damas
manéjate con cuidado,
pues verás muchas mujeres,
vestidas muy a lo llano,
cuyas acciones pudieran
aprenderlas las de rango.
Otras verás forliponas (2)
al estilo currutaco,
y son unas coquetillas
disimuladas con trapos.
En el Portal de las Flores
hay rostros muy apreciados;
pero en el de Mercaderes
se ven otros muy baratos.
En la de la Cerbatana
hay estuches animados;
pero en la de las Golosas
hay estómagos muy anchos.
Hay mujeres baladronas
de unos picos desollados;
en la calle de las Gallas (3)
viven éstas..., diré diablo.
La calle de la Quemada
tiene solos muchos cuartos;
¡lástima! porque hay casadas
que debieran ocuparlos.
En la calle de Cadena
viven los enamorados;
pero otros suelen vivir
en la calle del Esclavo.
En la calle de los Ciegos
(ciegos son muchos casados)
viven varios, y después
pasan a la del chivato.
Si buscares pretendientes
anda a la calle del Arco,
pues con tanta reverencia
están los pobres doblados.
En Puesto Nuevo hay algunos
que lograron alcanzarlo,
y por la Merced hay otros
que sin blanca se han quedado.
El pretendiente en la calle
vivirá de los Parados;
y más si en puente de Fierro
tiene su vicio ordinario.
Si buscares vanidosos,
vete a la calle de Alfaro,
pues siempre los alfaraches
habitan por esos barrios.
Si quisieres encontrar
maridos disimulados,
búscalos (son buenas señas)
siempre en la calle del Rastro.
Al callejón de la Danza
no vayas si eres casado,
pues allí suele bailar
el honor con pie quebrado.
Si buscas a un embustero,
en la calle de Jurado
hallarás muchos, que mienten
por cada dedo jurando.
En la calle del Vinagre
verás valentones varios,
y éstos dicen que han vivido
en la calle de los Gallos.
Alcahuetas declaradas
y lenones disfrazados
en la calle del Tompeate (4)
tienen prevenidos cuartos.
En la de los Gachupines (5)
hay muchos que han peligrado;
pero en la del Indio Triste
hay criollos en igual caso.
Si se te ofrece pedir,
líbrate de los tacaños,
que en la Pila Seca viven
por no darle ni agua a un gato.
Si buscares a algún pobre,
mira que no has de encontrarlo
en la calle de la Joya;
sí, en el puente de Solano.
Si buscares jugadores
(se entiende, que estén ganando),
regularmente en la calle
del Monte Alegre hallaráslos.
Los jugadores perdidos
que se han quedado arrancados,
en la de la Machincuepa (6)
viven, y de éstos hay varios.
En Tumbaburros habitan
infinidad de borrachos:
y te advierto que los hay
muy decentes y planchados. (7)
En el callejón que llaman
de los Rebeldes, hay hartos,
muy contentos y gustosos
con los vicios que adoptaron;
pero éstos, yo siempre he visto
que se mudan de ordinario
allá a la de la Amargura:
¡tal astilla de tal palo!
En la de la Águila viven...
¡Jesús, cuántos! ¡Jesús, cuántos!
ligeros de pico y garra,
de Gestas primos hermanos.
Aquí robar con ganzúa
es oficio de villanos;
la gracia es robar con plumas,
naipes, romanas y vasos,
et caetera, que no tengo
lugar para hablar despacio
en esto; guárdate tú,
que el tiempo te irá enseñando.
Por la Moneda verás
mil procuradores gamos,
que corren tras de los pesos
más que tras la liebre un galgo.
Si buscares un amigo
(como en el día están muy caros),
en el callejón del Muerto
hallarás alguno acaso;
mas si buscas lisonjeros,
los hallarás sin trabajo
en la de Meleros, pues
derraman miel por sus labios;
pero mira que te advierto:
no te creas de sus halagos,
pues asestan a tu bolsa
aquellos dorados dardos.
Muchos en México viven
de esperanzas, ¡qué mal plato!
búscalos, y en la plazuela
de la Esmeralda hallaráslos.
En San Hipólito viven
los dementes rematados;
pero en toda la ciudad
encontrarás locos mansos.
¿Creerás que en San Salvador
están las que han claudicado
del juicio? Pues te aseguro
que es un evidente engaño;
porque en la iglesia, en la calle,
en las casas, en los teatros
y en todo México, locas
hallarás a cada paso.
Hay una Casa de Pobres...
¿una dije? Miente el labio;
que hay tantas, amigo, hay tantas,
que da dolor el pensarlo;
y lo peor es que hay de ricos
innumerables palacios;
pero siempre la miseria
llorosa los ve cerrados.
Mucho pudiera decirte;
no hay tiempo; y así te encargo
que por el Amor de Dios
vivas, pues es lo acertado;
si así lo haces, en la calle
de la Buena Muerte, Fabio,
será tu última posada
y verdadero descanso.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del autor:
(a) Cuando acomodo calles particulares a los profesores de algunos vicios generales, debe entenderse alegórica y no literalmente, pues no porque digo, v. g., que se busque a las antojadizas en la calle de las golosas, se ha de creer que cuantas viven en esa calle lo son, y así las demás.
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) Pliego suelto; 8 pp. en 8° S. f. ni 1. de i. Mencionado en el informe de la Censura de enero de 1812. RE, pp. 43-50.
(2) forlipón o forlipona. Señorón; que se da importancia en traje y maneras. Es más usada esta voz en el género femenino: hoy está casi olvidada. Santamaría, Dic. mej.
(3) gallas. Barbarismo por gayas: urraca. Dic. R. A. E.
(4) tompeate. Del azt. tompiatli. Tenate; esportilla tejida de palma, cilíndrica y honda, a manera de bolsa o morral, muy usada para guardar granos y cosas semejantes. Santamaría, Dic. mej.
(5) gachupines. Del azt. cachopín: de cac(cactli), calzado, y chopini, puntapié. El P. Mier la derivó de catzopini, hombre con espuelas; de cactli, zapato y tzopini, cosa que espina o punza. Históricamente, hombre nuevo en la tierra; español recién avencidado en la América, poco diestro en las cosas de este Continente. Santamaría, Dic. mej.
(6) machincuepa. Del azt. maitl, tzincuepa, voltear el trasero. Voltereta que se hace apoyando las manos y la cabeza en el suelo, para caer de espaldas. Santamaría, Dic. mej.
(7) planchados. Cf. nota e de No lo digo por usted, lo digo por el señor.