DENUNCIA DE LOS CABALLOS,
QUE FALTAN QUE PRESENTAR (1)
Ahora los he de acusar,
amigos y compañeros,
porque desobedecéis
los mandatos del gobierno.
¿No habéis oído, que se echó
en primero de febrero
un bando, para que todos
sin alegar privilegios
presentaren los caballos,
que hubieren, pues en efecto,
la Tropa los necesita
para remontar? ¿qué es esto?
¿Cómo no se han presentado
tantos, que en las calles veo?
unos muy bien ensillados
con jaeces de mucho precio;
otros, tal cual, bien decentes
con ridículos arreos:
herrados unos de pies
despeados otros, y en pelo,
unos gordos y lozanos,
bastantes en esqueleto,
de diferentes colores,
blancos, amarillos, prietos,
y tantos, que bien pudieran
surtir a tres regimientos.
¿Cómo no los presentáis?
otra vez a decir vuelvo:
¿pensáis, que nadie lo sabe?
¿creéis, que en las pajas me duermo?
¿qué no los he visto yo,
o qué me lamo los dedos?
pues no, no os han de valer
vuestros disfraces y enredos,
ni a ellos que sepan andar
por arte de encantamento
en dos pies, ni que platiquen,
tañan, bailen, o hagan versos;
ni que algunos de regalo
sólo sirvan a sus dueños,
ni que el soldado desprecia
otros por flacos y pencos:
nada valdrá, pues que nada
los excusa de protervos;
y así, si queréis, tomad
con prevención mi consejo,
que se encierra en dos palabras:
enmendaos, o escondeos:
pues, que voy a denunciaros
ante el Tribunal supremo
de la razón; por si logro
ver algún caballo menos:
y puesto que os avisé
va de chisme, va de cuento;
el que será por escrito,
porque dicen, y lo creo:
que las palabras, y plumas
son vil despojo del viento.
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) Esta poesía se publicó en Obras XIV, pp. 19-22.