DÉCIMA A MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE (1)
Hoy, entre una y otra rosa,
de mil luces circundada,
de la Sión más elevada
baja María presurosa.
¡Oh, qué linda y qué graciosa
se retrata en este ayate, (2)
y su majestad abate
para mostrársenos pía!
Pues dulce madre María,
tu favor nos dilate. (3)
José Joaquín Fernández de Lizardi
Notas del editor UNAM-IIF:
(1) Cf. nota 1 a Décima a san Felipe...
(2) ayate. Manta tejida de fibras de maguey. Ahora no se usa como vestido sino como manta para cargar diversas cosas.
(3) En 1531 la Virgen de Guadalupe se apareció a Juan Diego en el Tepeyac. Se vio pintada la imagen de la Virgen cuando el indio quiso mostrar las rosas que llevaba en su tilma al obispo Zumárraga para comprobar la embajada mariana. «Atravesando en uno de sus viajes una serranía árida, cubierta de espinas y malezas, que terminaba en las orillas de la laguna, por lo que en el idioma mexicano se le llamaba Tepetlyecaczotl que los españoles pronunciaban Tepeyac, que quiere decir nariz del cerro, Juan Diego oyó una música tan suave y armoniosa que nunca la había escuchado igual, ni entre los españoles ni entre la gente de su país». «Detúvose para observar de qué parte venían estas armonías, entonces vió un arco-iris de bellísimos colores, y en medio de una nube blanca y transparente, la figura de una mujer de hermoso y apacible rostro vestida á poco mas o menos como usaban las indias nobles y ricas de esos tiempos. Juan Diego se acercó sin temor, y entonces la Señora le dijo que era la Madre de Dios, que deseaba que le edificase un templo en aquellos lugares, y que dispensaría su protección y amparo a los que de corazon se acogiesen á ella. Ordenó asimismo a Juan Diego que inmediatamente refiriese al obispo lo mismo que había visto y oído». «El indio refirió sencillamente lo que le acababa de pasar, dejó caer las dos puntas de su tilma para mostrar las flores y entonces el obispo y los circunstantes cayeron de rodillas ante la imagen que apareció en la capa ó ayate del feliz y afortunado Juan Diego. Este suceso aconteció del 9 al 12 de diciembre de 1531, á los diez años cuatro meses de la Conquista, siendo Pontífice Clemente VII y rey de España el emperador Carlos V». «Esta es la piadosa tradición transmitida de padres á hijos respecto a la imagen que se venera en el santuario [...]. Los fundamentos de esta tradición reposan en datos idénticos a los que han servido para esclarecer algunos hechos de remota antigüedad, es decir, las pinturas simbólicas de que los indios se servían para consignar los acontecimientos importantes, los cantos populares y las relaciones de personas que vivían en una época inmediata al tiempo que ocurrió el suceso». Diccionario universal de historia y geografía, por Lucas Alamán, José María Andrade, Manuel Orozco y Berra et al., México, Imprenta de F. Escalante y Ca., Librería de Andrade, 1854, t. V, pp. 1000-1001.